Cuando hablamos de cuidar las plantas que están en una maceta debemos tener claro que el cuidado no es el mismo del que requieren las que están en el suelo de un jardín. Hay que controlar muy bien la cantidad de agua que se va a suministrar, ya que, tanto si el suelo se encuentra demasiado seco como si se encharca, es igual de perjudicial para la planta.
Una planta que está en una maceta tiende a secarse con más rapidez que si estuviera plantada en el suelo porque el suelo tiene menos delimitaciones que una maceta, como por ejemplo la cantidad de tierra.
El agua es un elemento esencial para cualquier vegetal en mayor o menor medida; cualquier planta la necesita para sobrevivir, así como los nutrientes esenciales que serán absorbidos para un óptimo desarrollo de ésta.
Hay muchos determinantes para saber qué cantidad es la idónea para nuestra planta, entre ellos el tipo de planta que sea, el tipo de suelo y sustrato, el sistema de riego que vayamos a usar y las condiciones ambientales que tengamos. Debemos ser constantes y observadores para saber qué es lo que nos está pidiendo la planta. Si las hojas empiezan a perder su brillo, se empiezan a caer o empiezan a amarillear lo más seguro es que esté pidiendo agua; aunque también puede darse el amarilleo de las hojas por exceso de agua o por falta de algún nutriente.
Podemos hacer una diferenciación de regados en diferentes estaciones del año:
- Invierno: El regado siempre dependerá de la especie de planta que tengamos, pero por regla general si hablamos de una especie de exterior no requerirá riego durante el invierno. De hecho, si vives en un lugar donde las temperaturas son muy bajas durante esta época del año, lo ideal seria taparlas para que no lleguen a helarse.
- Primavera: tras haber pasado la temporada de invierno, es necesario poco a poco hacer sutiles regados sin llegar a ahogar la maceta. Como consejo, reutilizar el agua de lluvia para estos regados sería lo ideal ya que es lo más natural posible que podemos ofrecer a nuestras plantas. En primavera hay que observar muy bien cómo evolucionan tras la etapa invernal, ya que es la época en la que el aumento de carencias y plagas se eleva. Para información más detallada de una especie en concreto, es recomendable consultar sus características especiales en alguna guía o fuente fiable.
- Verano: aumento de temperatura = mayor abastecimiento de agua, esto hará que el sustrato no pierda la humedad necesaria. Al decir que la planta necesita un mayor abastecimiento de agua, no quiere decir que haya que encharcar la planta. En verano especialmente hay que evitar el riego en las horas de mayor exposición solar.
- Otoño: poco a poco hay que ir minimizando la frecuencia de riego, ya que las temperaturas bajan y la humedad suele aumentar.
Las plantas que se acaban de plantar necesitan que se rieguen con una frecuencia mayor para que se instalen bien en su nueva maceta (sin olvidar que esto no es sinónimo de encharcarlas). Respecto al modo de riego, es mejor regar de forma paciente y lenta para que llegue de manera regular a todas las partes de la maceta.
Hay variedades de plantas que necesitan mucha más agua en comparación de otras (por ejemplo, si comparamos una hortensia con un cactus, la frecuencia y cantidad de riego que demanda la hortensia no es la misma que la del cactus). Recuerda que el riego ha de hacerse en horas de baja exposición solar, siendo la primera hora de la mañana o última de la tarde la mejor opción. Invertir en riego por goteo es una buena opción, ya que proporcionan un riego lento para nuestras plantas.
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